Aviso legal

Utilizamos cookies propias y de terceros para fines analíticos y para mostrarte publicidad personalizada en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación (por ejemplo, páginas visitadas). Para más información consulta nuestra política de cookies. Puedes Aceptar, Rechazar o Configurar las cookies, pulsando los botones dispuestos para ello:

       


OPINIÓN CESM >> Cuando el piloto puede descansar y el médico no

.

Publicado el 20/11/2025
 Artículo de opinión elaborado por nuestra secretaria general, María José García Mateos, y publicado en prensa regional

Publicado el 20 de noviembre en el diario La Opinión de Murcia
 
Hace unos días, la prensa publicó una noticia en la que se informaba de que un piloto había suspendido un vuelo porque había superado su límite de horas de trabajo semanal. Lejos de ser criticado, se le calificó de responsable, de prudente y de profesional. Y tenía razón. Nadie quiere ponerse en manos de un piloto agotado.
Sin embargo, si usted acude a cualquier hospital de este país a las tres de la mañana, encontrará decenas de médicos trabajando, operando, diagnosticando o vigilando pacientes críticos después de haber acumulado tres turnos seguidos sin dormir. Y a nadie parece sorprenderle.
Ese mismo médico que lleva casi 24 horas de trabajo ininterrumpido es quien le atiende, le opera o le diagnostica; perosi ese médico se negara a hacer esa jornada extenuante, si se plantara por seguridad —como hizo el piloto—, podría ser sancionado. Porque las guardias son obligatorias en la sanidad pública española y eso nos convierte en el único colectivo al que se le impone una jornada complementaria de hasta 48 horas semanales, sin opción de negarse y sin que esas horas computen para la jubilación.
Esto ocurre todas las noches, en todos los hospitales del país. Y así no se puede garantizar ni la calidad ni la seguridad asistencial que los ciudadanos merecen.
Los médicos no hacemos huelga por capricho ni por dinero. Lo hacemos porque el sistema se ha deteriorado hasta el límite. Las listas de espera se maquillan, pero todos sabemos que son interminables: para una consulta, una prueba o una cirugía. En Atención Primaria, una cita con el médico de familia puede demorarse semanas. Las plantillas no han crecido en veinte años, mientras la población envejece y la medicina se vuelve cada vez más compleja y especializada.
El resultado es un sistema que se sostiene a base del sacrificio de los profesionales. Cada vez somos menos y trabajamos más, con menos medios y menos reconocimiento. Y mientras tanto, sufrimos la pérdida de médicos que abandonan la sanidad pública. La estadística refleja que cada día un compañero deja su puesto, agotado por la sobrecarga y por unas condiciones que rozan lo inhumano. Unos se marchan a la sanidad privada, donde se les ofrecen jornadas más razonables y salarios más dignos; otros hacen las maletas hacia otros sistemas de salud europeos, buscando lo que aquí se les niega: estabilidad, respeto y tiempo para ejercer bien su profesión. Ese goteo silencioso, día tras día, está vaciando nuestros hospitales y centros de salud. Y el problema empeora: cada médico que se va es una puerta de consulta que se cierra, una lista de espera que se alarga y un servicio que se queda cojo.
Y mientras tanto, el Ministerio de Sanidad sigue sin escucharnos. Durante meses hemos reclamado diálogo, hemos hecho propuestas, hemos organizado protestas y advertido de lo que se venía encima. Pero no ha habido respuesta. La nueva normativa que se pretende imponer no arregla nada de lo que está roto y mantiene un sistema que condena a los médicos a jornadas extenuantes, noches sin descanso y fines de semana sin conciliación.
Por eso, tras meses de intentos infructuosos, nos vemos obligados a convocar una nueva huelga nacional los días 9, 10, 11 y 12 de diciembre. No queríamos llegar a este punto, pero no nos dejan otra opción. Lo hacemos por responsabilidad, la misma que se reconoce a un piloto cuando decide no despegar porque sabe que el cansancio pone vidas en riesgo. Nosotros también lo sabemos. Y no podemos seguir volando así.
Esta huelga no es contra los pacientes; es por los pacientes. Porque un médico agotado no puede ofrecer una atención segura, igual que un piloto cansado no debería despegar un avión. Queremos poder atender bien, con tiempo, con cabeza y con corazón.
No queremos privilegios: pedimos respeto, diálogo y un futuro en el que los médicos podamos seguir cuidando con la excelencia y la humanidad que la sociedad merece.

.