OPINIÓN CESM >> “No te quieres enterar” o cómo ignorar a los médicos compromete la Sanidad pública
Publicado el 01/07/2025
Artículo de nuestro tesorero, Francisco Martínez, y publicado en prensa regional
“No te quieres enterar” fue el estribillo popularizadode una canción en los años 80, pero hoy cobra un nuevo significado como denuncia directa a quienes, conociendo bien la raíz de un problema, eligen desviar la atención hacia lo accesorio para no enfrentarse a lo esencial.
Médicos de toda España protagonizaron, el pasado 13 de junio, una huelga histórica de seguimiento masivo. Lejos de ser un gesto aislado, fue una llamada de atención firme y colectiva ante una situación insostenible. Una de las principales reivindicaciones es clara: una jornada laboral justa e igualitaria, acorde con los derechos del resto de trabajadores del país. Pero no sólo se reclama tiempo; sino también dignidad, reconocimiento y condiciones adecuadas para poder ejercer la Medicina con la excelencia que merece la ciudadanía.
Y en este punto es necesario dejar algo muy claro: en ningún momento se trata de impedir el reconocimiento ni la clasificación de la Enfermería como el grado universitario que es y merece ser. Las distintas profesiones sanitarias son complementarias y fundamentales. Esta reivindicación no pretende enfrentar ni desvalorizar a ningún colectivo.
Lo que se exige es algo igualmente justo y que afecta específicamente al ejercicio de la Medicina: el reconocimiento del nivel de formación exigido, del nivel de responsabilidad inherente y del liderazgo estructural que la profesión desempeña en cualquier sistema sanitario.
El recorrido formativo de un médico incluye una licenciatura o grado universitario de 6 años, más un proceso de especialización (MIR) de 4 a 5 años adicionales, requisito imprescindible para el acceso a un puesto de trabajo en la Sanidad Pública. A esto se suma una responsabilidad legal, ética y clínica de primer orden: toma de decisiones diagnósticas, terapéuticas, de gestión de recursos y de liderazgo de equipos. Esa responsabilidad no puede diluirse ni trivializarse.
No debería ser necesario tener que recordar, que los médicos, independientemente de su vocación de servicio público, son también personas que tienen derecho a una vida propia, a formar una familia, a dedicarle tiempo y atención, a descansar con regularidad y a continuar formándose sin que eso suponga un sacrificio personal imposible. No se puede seguir perpetuando el modelo del profesional que vive para el trabajo, descuidando su salud física y mental.
En este contexto, el argumento de que se mejora la situación reduciendo una jornada máxima de 48 a 45 horas semanales, obligatorias sólo para médicos, lejos de ser una concesión, roza la burla. Mantener jornadas impuestas sólo para un colectivo que además soporta la mayor carga de responsabilidad, evidencia una falta de sensibilidad preocupante por parte de las administraciones.
El problema aparece cuando, en lugar de abordar estas cuestiones con seriedad, se responde con gestos superficiales, con comparaciones mal planteadas o con discursos que desvían el foco del verdadero debate. Y ahí vuelve a resonar el estribillo: “no te quieres enterar”.
Ignorar esta realidad perjudica a los médicos; debilita al sistema sanitario en su conjunto, lo hace menos atractivo para los jóvenes, más vulnerable ante la sobrecarga, y menos eficiente para quienes más lo necesitan: los pacientes.
Señora ministra, usted es médica; sabe lo que implica esta profesión. Tiene ahora la oportunidad de escuchar a un colectivo dispuesto,como siempre, a dar el máximo por la Sanidad de este país y que espera que su Ministerio no perpetúe el discurso de la supuesta “élite médica” (etiqueta injusta que invisibiliza la precariedad, la sobrecarga y la renuncia personal), que rompa con esa narrativa y abrace la realidad: que el médico exige justicia, no privilegios; reconocimiento, no favoritismo; condiciones dignas, no heroicidades forzadas.
Es hora de pasar del gesto al compromiso; y de escuchar con la sensibilidad que esta profesión, y la ciudadanía a la que sirve, merecen.
No trate de ser la persona indiferente a quien “la chica yeyé”cantaba su canción. Necesitamos soluciones reales yla Medicina espera que, por fin, se quiera enterar.